Michel
Flood La política del género Copyright 1995. Revista XY: men, sex, politics Traducción: Laura E. Asturias Publicado en stopmachismo.net con autorización de Michel Flood El sexismo y el feminismo podrían parecer relevantes sólo
para las mujeres. Después de todo, son las mujeres quienes adquieren
menos empleos o promociones en el trabajo. Son las mujeres quienes sufren
el acoso sexual, los asaltos sexuales y la violación. Son las mujeres
quienes están subrepresentadas en la política. Son las mujeres
cuyos cuerpos son continuamente cosificados en la pornografía y los
medios. Son las mujeres las invisibles en nuestro lenguaje. El poder de los hombres sobre las mujeres A veces, el poder de los hombres sobre las mujeres se expresa en acciones individuales, como en el caso de un hombre que le silba a una mujer que camina por la calle o que continúa hablando mientras las mujeres arreglan el lugar después de una reunión. Es fácil reconocer incidentes de poder particulares: el gerente de un banco le niega un préstamo a una mujer soltera... varios hombres jóvenes violan a una mujer que conocen. Más allá de estos actos individuales de fuerza u opresión se encuentra toda una estructura de poder. En la mayoría de los casos, quienes dirigen las corporaciones, los departamentos gubernamentales y las universidades son hombres, quienes disponen las cosas de tal forma que es extremadamente difícil para las mujeres ganar acceso a posiciones de alto nivel. Éste es un ejemplo de la naturaleza estructural del poder de los hombres. Este nivel estructural del poder patriarcal da forma, a su vez, a las interacciones individuales entre hombres y mujeres. Los beneficios del sexismo y el patriarcado para los hombres existen también en una escala global. Los hombres percibimos el 90 por ciento del ingreso mundial y poseemos el 99 por ciento de las propiedades. Cometemos alrededor del 90 por ciento de los crímenes violentos, incluyendo casi el 100 por ciento de las violaciones. La conducta sexista es conducta culpable, conducta por la cual son responsables quienes la presentan. Y a quienes se comportan de manera sexista les conviene que las cosas continúen así. Los hombres ganamos mucho con el sexismo: tenemos alguien que cuida de nosotros, que cocina, lava y limpia para nosotros, que nos alimenta, nos consiente, nos alivia y nos halaga. Si el sexismo no existiera, tendríamos que crecer y cuidar de nosotros mismos -- y tendríamos que aceptar que, después de todo, no somos tan especiales como creíamos. El sexismo incluye todos los aspectos de nuestra conducta y costumbres, de nuestro lenguaje y nuestras instituciones sociales que crean, refuerzan y provienen de desventajas experimentadas por las mujeres. El feminismo significa una redistribución del poder en nuestra sociedad para que los hombres como grupo dejen de ejercer poder sobre las mujeres y de oprimirlas como grupo. Todos los hombres nos beneficiamos del sexismo. Vivimos en una sociedad patriarcal que trabaja en función de nuestros intereses. Esta sociedad es injusta. Puedo caminar por el parque de la ciudad a las tres de la mañana y sentirme mucho menos amenazado, porque sé que no seré violado, acosado o perseguido. Para una mujer, tal espacio es potencial y prácticamente muy diferente. Yo, como hombre, puedo sentir confianza y poder en situaciones públicas porque éstas son pobladas y definidas, en su mayoría, por hombres. En algunas raras ocasiones, por ejemplo, podría atemorizarme el tener que pasar junto a un grupo de hombres borrachos. Una mujer experimenta este sentimiento como una vivencia diaria. Como hombres, hemos crecido aprendiendo a ejercer poder sobre las mujeres. Hemos aprendido que el poder patriarcal que poseemos es "natural" y que no puede ser cambiado. Esta forma de pensar es parte de la ideología del sexismo, que justifica y legitima la opresión de las mujeres. Pero el poder patriarcal puede ser cambiado. ¿Qué puedo hacer yo? Nuestra primera reacción ante todo esto podría ser el sentirnos amenazados y hostiles. Si podemos superar esta fase, la culpa es a menudo la próxima fase. Dejemos ambas a un lado. La culpa es una emoción negativa que nos paraliza y nos hace sentir que somos incapaces y que no valemos nada. Pero hay tanto más que sí podemos hacer y tanto que debemos hacer si queremos desafiar seriamente el sexismo. ¿Por qué evitar la culpa? Porque es paralizante. Según mi propia experiencia, es inútil sentirme muy culpable porque una mujer me dijo que soy sexista. Mi conducta sexista no cambió en absoluto. Fue mucho más productivo pensar: "Sí, lo que hice fue sexista. ¿Qué haré al respecto? Simplemente dejaré de hacerlo". Esto, para mí, es mucho mejor que ahogarme en autocompasión y no cambiar. El hecho de que los hombres tengamos tanto poder y nos beneficiemos de la opresión de las mujeres no desaparecerá simplemente por sentirnos culpables o tristes. Es más probable que estos sentimientos sólo nos lleven a agotar las energías emocionales de las mujeres cuando están con nosotros y que impidamos que otros hombres lleguen siquiera a considerar estos asuntos. La opresión sólo terminará cuando los hombres dejen de oprimir. Desafiar el sexismo tiene que ver con nuestro crecimiento. Me permite a mí, como individuo, vivir una vida más plena y exploratoria. Es sano. Este cambio puede permitirnos establecer relaciones honestas y sensibles con las mujeres y formar amistades más abiertas y de más confianza con otros hombres. Debemos estar dispuestos a cambiar nosotros mismos. Esto es difícil, divertido, emocionante. A continuación, dos cosas pequeñas pero radicales que debes empezar a hacer desde hoy:
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